Tareas para el Futuro del Aquí y el Ahora

Por Cristián Soto Carvajal

“¡Señor Dios de los desgraciados!
Dímelo tú, Señor Dios,
Si deliro… O si es verdad
Tanto horror ante los cielos?!…
¡Oh, Mar! Por qué no apagas
Con la espuma de tu olas
De tu manto este baldón?
¡Astros, noche, tempestades!
¡Surcad las inmensidades!
¡Barre los mares, tifón!…”

El Navío Negrero. Antônio de Castro Alves, 1868.

En el año 1868 el poeta brasileño Antônio Frederico de Castro Alves terminó de escribir en São Paulo el poema “Tragédia no Mar” que con el tiempo se haría conocido con el nombre de “O Navio Negreiro” (El Navío Negrero), para denunciar los horrores del tráfico ilegal de esclavos africanos que ocurría a vista y paciencia del Imperio del Brasil, alentado además por el hecho que la esclavitud en sí, aún era legal. Veinte años más pasaron antes que esto cesara definitivamente (al menos en el papel), convirtiendo a Brasil en el último país en abolir la esclavitud. Castro Alves, activo promotor y participante del movimiento abolicionista, no alcanzó a participar de la misa de acción de gracias con la que la princesa Isabel I celebró este hecho histórico. Y tampoco formó parte de la multitud que aparece en esa histórica fotografía, pues había muerto poco después de la publicación de su poema, a la edad de 24 años.

esclavitud en Brasil. Antônio Luiz Ferreira, 1888. De Volta a Luz: Fotografias Nunca Vistas do Imperador. São Paulo: Banco Santos; Rio de Janeiro: Fundação Biblioteca Nacional, 2003. Disponible en https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Missa_17_maio_1888.jpg accedido el 17 de mayo de 2017.
Misa de Acción de Gracias el 17 de mayo de 1888, para celebrar la abolición de la esclavitud en Brasil. Antônio Luiz Ferreira, 1888.

Nos sorprende el coraje y la determinación del tan joven Castro Alves que a sus 21 años escribiera un poema tan fundamental como para impulsar a otros a defender decididamente lo más valioso de lo humano. Pero al mismo tiempo, nos impacta el tener que decir que la esclavitud es tan reciente como para que exista registro fotográfico de ella. Da la impresión que la aparición de la fotografía nos hubiese dado a la humanidad, una perspectiva distinta de los hechos que no vemos directamente, haciéndonos difícil obviar las realidades que estaban, hasta entonces, mediatizadas por ilustraciones y pinturas. Pareciera ser que el advenimiento de un rostro “real”, de expresión dura, probablemente más joven de lo que aparenta la imagen, mirándonos a los ojos, relatando en silencio un dolor que no queremos imaginar, hizo aparecer al humano que esa persona era y de paso cambió radicalmente nuestra consideración sobre qué nos hacemos los unos a los otros.

Retrato de un negro de Bahia. Leibniz-Institut Für Länderkunde in ERMAKOFF, George. O negro na fotografia brasileira do Século XIX. Rio de Janeiro: George Ermakoff Casa Editorial, 2004. p. 178. Alberto Henschel, circa 1870. En https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Alberto_Henschel_-_Bahia_4.jpg accedido el 17 de mayo de 2017
Retrato de un negro de Bahia. Alberto Henschel, circa 1870.

Desde la primera mitad del siglo XIX venimos revisando qué ocurre cuando el poder hegemónico de la sociedad, se organiza política y económicamente sobre la base de abusar de otros, negando su legitimidad. Tuvieron que pasar otros sesenta años más después de esa última abolición, para que la comunidad internacional conceptualizara jurídicamente ese llamado de alerta en la forma de la Declaración Universal de los Derechos Humanos (1948), en un intento de resistir los abusos contra las personas de parte de quienes detentan el poder. Realidades pertinaces que se hacen cada día más recientes, que no se agotan sólo en nuevas formas de esclavitud y que se encuentran hoy tan mediatizadas por la hipercirculación de imágenes que, tal como le ocurría a la gente del siglo XIX, nos hacen estar las más de las veces anestesiados. La fotografía de un desaparecido desfilando por las calles con la inquietante pregunta sobre su paradero, que nos emplaza como sociedad, a ratos se hace insuficiente para movilizarnos.

Es ante esa misma dificultad de reacción que Rolando Toro Araneda nos dejó una provocación en la Declaración de Petrópolis de 1989, con sus nueve tareas encomendadas a “los miembros del Movimiento Mundial de Biodanza”. Texto que viene siendo reflotado desde su abisal olvido por unos nostalgiosos biodanzantes de Brasil y Argentina desde hace algunos meses. Y a la luz de esa provocación hoy queremos plantear(nos) una pregunta abierta, referida a la Novena Tarea de dicha declaración: ¿Cómo encontramos “fórmulas concretas para activar el fermento de la transformación” en relación a la incorporación de los Derechos Humanos en nuestra práctica personal y en la de Biodanza?

La reaparición de estos temas, que traen aparejados profundos (y a veces muy incómodos) cuestionamientos, no es sólo un ejercicio de nostalgia. Tiene que ver también con el mundo real y concreto que nos toca habitar en el presente.

A principios de este mes la Corte Suprema argentina tomó la decisión de aplicar beneficios a los genocidas que cometieron crímenes de lesa humanidad durante la dictadura en ese país. Pocos días más tarde se realizaron multitudinarias marchas en varias ciudades en contra de esta medida. En ese contexto volvió a debatirse en algunos círculos de biodanzantes cuál debiese ser la postura concreta de nosotros como movimiento – con nuestras instituciones – frente a hechos como éstos. Muchos biodanzantes argentinos se autoconvocaron para participar de esa multitudinaria manifestación apelando a ese imperativo ético que deriva, cómo no, de comprender la vida desde lo biocéntrico, para defenderla pluma por pluma. Desde Chile miramos ese acto con mucha admiración y (hay que decirlo) con algo de vergüenza. Nosotros como sociedad no hemos sido capaces de reaccionar de manera enérgica y decidida frente a estos hechos y, como es de esperarse, esa conciencia no forma parte de la mayoría de quienes nos dedicamos a la Biodanza. Nos alegra por tanto que, aunque de manera incipiente, biodanzantes se hayan autoconvocado para asistir y manifestarse, haciendo suyos los planteamientos que Rolando Toro Araneda consideraba parte fundamental de lo que debía ser nuestro actuar.

Arriba, fragmento de Los Ojos de Gutete Emerita; abajo, El Silencio de Nduwayezu. Instalaciones de Alfredo Jaar (1996-2000) relativas al genocidio ocurrido en Rwanda en 1994, y que muestran los ojos de personas que fueron testigos de la matanza de sus familias. El Silencio de Nduwayezu, consiste en un millón de diapositivas idénticas, que retratan la mirada de un niño, puestas sobre una mesa de luz representando la cantidad de víctimas del genocidio ante el silencio de la comunidad internacional.

Siempre llaman la atención esos personajes que, como Castro Alves, son capaces de sostener con tanta pasión y claridad una postura ética que es, para buena parte de sus contemporáneos y sobre todo para quienes se adueñan de la sartén del poder político-económico, profundamente impopular cuando no exagerada y fuera de lugar. Como gesto de resistencia, algunos escriben poemas y discursos que encienden los espíritus y despiertan las conciencias. Otros, inventan sistemas de desarrollo humano, y se ven forzados a dejar su lugar de origen cuando toca que por su calle y su ciudad pasa también el horror, queriendo devorar todo lo que por bando militar ha sido decretado fuera de norma. Y en ese gesto, una vez más, asumen que quienes los sigan actuarán a partir de la ética que brota con la vida al centro.

Marcha contra el 2 x 1 en Plaza de Mayo
Marcha del 10 de mayo de 2017 en Plaza de Mayo, Buenos Aires, contra la decisión de la Corte Suprema que beneficia a criminales de lesa humanidad de la dictadura argentina. Fuente: La Otra Voz Digital.

La preocupación por la defensa y protección de la dignidad humana está desde su origen en la médula del Sistema Biodanza. Sabemos que el desarrollo de una conciencia del valor de la vida, del vínculo con los otros y del medio ambiente que vivimos desemboca necesariamente en una cultura del respeto a los derechos humanos relevando la sacralidad de cada uno y cada una. Pero si bien esto se da per se, se nos abren al menos dos cuestiones sobre las que es imperativo reflexionar.

Una es por así decirlo, de carácter interno, y dice relación con los aspectos metodológicos que deben comparecer al incorporar “a propósito” el enfoque de derechos humanos al momento de facilitar un grupo. Esto, en el entendido que nos podemos encontrar con personas individuales que asistan voluntariamente y que hayan sido vulneradas en sus derechos en alguna medida; o en el caso que realicemos focalizadamente un trabajo con un grupo vulnerable en particular. Mal que mal, todos quienes vivimos esta civilización enferma estamos siendo, en mayor o menor grado, vulnerados en nuestros derechos, ya sea porque se nos niega el vivir en un medio ambiente limpio o porque eventualmente suframos de brutalidad policial al manifestar nuestra indignación y sumarnos a algún reclamo colectivo.

La otra cuestión es externa. Y tiene que ver con cómo asumimos el enfoque de derechos humanos en Biodanza desde nuestra individualidad hacia afuera, es decir, hacia la sociedad donde estamos insertos. Y en ese sentido, cómo hacemos hablar a nuestras instituciones para expresar una defensa de estos principios. En nuestras agrupaciones, colectivos, ongs, empresas, asociaciones, escuelas de formación, federaciones, a través de las cuales practicamos la Biodanza. Cómo, también, evitamos la confusión tan común (que a nuestro modo de ver es mañosamente alimentada por ciertos intereses) de que los derechos humanos están vinculados a determinado sector político, y somos en cambio capaces de asumir la universalidad de la ética que los genera. Los derechos humanos, como precisa Andrés Domínguez (2009), son relaciones de justicia y solidaridad, que derivan de la dignidad de las personas y que posibilitan su realización como tal. Todos los seres humanos podemos exigirlos a los Estados de que formamos parte, y estamos también obligados a respetarlos en nuestras relaciones con los demás. Los derechos humanos, en suma, no dependen de un punto de vista.

Casi treinta años han pasado desde el discurso de apertura de Rolando Toro Araneda en el I Encuentro Latinoamericano de Profesores de Biodanza el 11 de noviembre de 1989, que hoy conocemos como la Declaración de Petrópolis. Tres días después de ese discurso era detenido y desaparecido en Santiago de Chile Héctor Pacheco Avendaño, quien formaba parte de un grupo de trabajo de Derechos Humanos de la Población La Herminda de la Victoria donde vivía. En la misma población a la que Víctor Jara dedicara un disco un año antes del golpe de Estado, Héctor Pacheco Avendaño se convertiría en el último detenido desaparecido registrado en nuestro país. Aún no se sabe qué hicieron con él ni hay culpables de su desaparición.

Ese año Chile comenzaba a salir de la más sangrienta dictadura cívico-militar que registra nuestra historia, situación que también vivió buena parte de América Latina. Muchos de los horrores cometidos por todos los rincones aún permanecen, en tanto existen miles (no cientos, sino miles) de madres, hermanos, padres, abuelos, que no saben dónde están ni qué ocurrió con sus familiares. Y lo que es más grave, si cabe más gravedad, es que aún hoy se violan los derechos humanos de mujeres, de niños y niñas, de indígenas, de estudiantes, de inmigrantes, en todo el continente. No sólo por televisión. Mucho más cerca de lo que quisiéramos.

En ese contexto a nosotros, los biodanzantes, se nos pone delante un desafío ético. Qué hacemos al respecto y cómo lo hacemos.

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El mes pasado celebramos en Chile, frente al Palacio de la Moneda en la Plaza de la Constitución, el día internacional de la Biodanza. Fue un maravilloso encuentro en el que muchas personas danzamos, nos abrazamos y nos emocionamos en homenaje a Rolando Toro Araneda y el sistema que nos legó. Pero también hubo algo que nos hizo ruido. Y no fue sólo el hecho que el perímetro estuviese cercado por rejas aislándonos espacialmente de la gente que circulaba a esa hora por el lugar, revelándonos cuál es la lógica de nuestra post dictadura. Fue, sobre todo, que danzábamos en un lugar simbólico en donde comenzó uno de los periodos más oscuros de nuestra historia reciente. Más aún, danzamos sobre lo que fue el primer centro de detención, tortura y exterminio de la dictadura cívico-militar, que operó en los subterráneos de esa misma plaza. Y no dijimos nada.

No queremos que se entienda con esto que esperábamos que otros dijeran algo. Que les correspondía a determinadas personas tratar este tema. Eso sería injusto con quienes hicieron posible esa celebración. Para ellos sólo tenemos palabras de agradecimiento por empujar este buque cargado de voluntades diversas en pos de organizar este encuentro.

Lo que queremos decir es que ninguno de nosotros dijo nada. Nosotros mismos pudimos haber dicho algo y no lo hicimos. Y decimos esto desde el convencimiento que contamos con una herramienta poderosa que puede efectivamente contribuir a sanar nuestra alma colectiva. Porque sabemos que es maravillosa y necesaria la meditación, la oración, la movilización de energías… pero no es a lo que nos dedicamos en Biodanza. Porque sabemos que es también necesario el contacto, el abrazo, la contención, el consuelo, la expresión del amor concreto para que desde allí florezca la comunidad reparada.

Porque, en fin, creemos que el “Ni Perdón Ni Olvido” es tal vez una carga demasiado pesada que estamos haciendo cargar a las víctimas de violaciones de derechos humanos. Que tal vez sea necesario promover, desde lo que sabemos hacer y con toda la humildad que de nuestra parte merecen quienes portan tal dolor, una reparación desde la celebración a la vida que transmita algo como “Verdad, Justicia y Memoria, Aquí y Ahora”.

Y para llegar a eso, nos gustaría estimular el debate, la conversación, el intercambio de ideas; compartamos lo que sabemos y lo que hemos aprendido en nuestra práctica en educación, trabajando con mujeres, con presos, con inmigrantes, en poblaciones marginales, con jóvenes, con niños y niñas, para seguir construyendo entre todos el destino colectivo de este movimiento.

Referencias

  • Domínguez Vial, Andrés. (2009). Para aprender a leer la Declaración Universal de Derechos Humanos. Texto para el curso Interdisciplinario de Derechos Humanos de la Pontificia Universidad Católica. Santiago de Chile.
  • Ferreira, Antônio Luiz. (1888).  Misa de Acción de Gracias el 17 de mayo de 1888  [Fotografía]. En, De Volta a Luz: Fotografias Nunca Vistas do Imperador. São Paulo: Banco Santos; Rio de Janeiro: Fundação Biblioteca Nacional, 2003. Disponible en https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Missa_17_maio_1888.jpg  accedido el 17 de mayo de 2017.
  • Henschel, Alberto. (Circa 1870). Retrato de un negro de Bahia [Fotografía].  Leibniz-Institut Für Länderkunde en Ermakoff, George. (2004). O negro na fotografia brasileira do Século XIX. Rio de Janeiro: George Ermakoff Casa Editorial, p. 178.  Disponible en https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Alberto_Henschel_-_Bahia_4.jpg accedido el 17 de mayo de 2017.
  • Jaar, Alfredo. (1996-2000). Los Ojos de Gutete Emerita [Instalación], y El Silencio de Nduwayezu [Instalación]. The Rwanda Project 1994-2000. En http://www.alfredojaar.net
  • La Otra Voz Digital. (2017). Marcha del 10 de mayo de 2017 en Plaza de Mayo, Buenos Aires [Fotografía]. En La Otra Voz Digital, disponible en http://www.laotravozdigital.com/plaza-de-mayo-masiva-marcha-contra-el-2×1-a-genocidas/ accedido el 17 de mayo de 2017.
  • Organización de Naciones Unidas (ONU). (1948). Declaración Universal de Derechos Humanos.  Disponible en http://www.un.org/es/universal-declaration-human-rights/ accedido el 17 de mayo de 2017.

 Imagen de una publicación en Facebook de Carlos Pagés, didacta argentino. Las nueve tareas del Movimiento Biodanza – integración, comunicación, acreditación, descentralización, institucionalización, educación, ecología, creatividad y derechos humanos – forman parte de la Declaración de Petrópolis de 1989. Este texto fue incluido en la Coletánea de textos de Biodanza editado por ALAB en 1991.

Lee la Declaración de Petrópolis

Escucha y mira O Navio Negreiro (extracto subtitulado al español)

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